lunes, 29 de septiembre de 2014

Las cuatro y diez.

No soy fan de Aute, aunque le reconozco buenas canciones, muy especialmente esta, perteneciente al álbum "Rito", de 1973.



He recordado a Luis Eduardo Aute al toparme con una de esas reflexiones que uno no puede sino compartir: "La mayor riqueza que tiene un país es la cultura, eso lo hace más libre. Un país será más libre en cuanto sea más culto. Es difícil que exista un país culto que se haya sometido a una tiranía. Yo creo que es la gran riqueza del colectivo humano, la cultura, pues es lo que lo diferencia de las bestias. Es el deseo de conocimiento".
 
La canción es sencilla y poco pretenciosa. Ahí reside su encanto.  
 
Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
en una mañana al este de Edén,
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca; entonces, te besé.
Aquella fue la primera vez,
tus labios parecían de papel
y ,a la salida, en la puerta,
nos pidió un triste inspector nuestros carnets.
Luego volví a la academia
para no faltar a clase de francés,
tú me esperaste hora y media
en esta misma mesa, yo me retrasé.

¿Quieres helado de fresa
o prefieres que te pida ya el café?.
Cuéntame como te encuentras,
aunque sé que me responderás: "muy bien".
Ten esta foto, es muy fea,
el más pequeño acababa de nacer.
Oiga, ¿me trae la cuenta?.
Calla, que fui yo quien te invitó a comer.
No te demores, no sea
que no llegues a la hora al almacén;
llámame el día que puedas,
date prisa que ya son las cuatro y diez.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Che gelida manina.


La Bohème es una de las óperas más conocidas de Giacomo Puccini. Ambientada en París, en 1830, describe la historia de amor de Mimí, una bordadora de flores, y el poeta bohemio Rodolfo.

Este aria, muy popular, interpretada en esta versión por Luciano Pavarotti, pertenece al acto primero, que comienza en la buhardilla de los bohemios en la que Marcello pinta, mientras Rodolfo mira por la ventana. Como no tienen combustible y hace frío, utilizan los manuscritos del drama que está escribiendo Rodolfo para hacer fuego. Colline, el filósofo, entra en la habitación, congelado y molesto por no haber podido hincar el diente a unos libros. Schaunard, el músico, llega con comida, madera, vino y dinero; explica a sus compañeros que ha ganado ese dinero cuidando del loro de un caballero inglés. Mientras beben, llega Benoît, el casero, para pedirles el pago del alquiler. Los bohemios le engatusan ofreciéndole vino, y, en medio de los efectos del alcohol, el casero les cuenta sus aventuras amorosas, reconociendo que es un hombre casado, ante lo que todos reaccionan con una indignación  fingida, echándole de la habitación sin haberle pagado. Deciden entonces que lo mejor es coger el dinero y salir a disfrutar del barrio. Rodolfo no les acompaña y se queda a trabajar. Alguien llama a la puerta. Es Mimí, que ha venido a pedir que le ayuden a encender nuevamente su vela. Sale, pero regresa en seguida porque ha olvidado su llave. Las luces se apagan y tratan de buscar la llave en la oscuridad. Rodolfo la encuentra y la guarda para que la búsqueda continúe en la oscuridad. Cuando sus manos tropiezan, ambos aprovechan la ocasión para contarse la historia de sus vidas. Es el momento en que Rodolfo canta “Che gelida manina”:

Che gelida manina, se la lasci riscaldar…
Cercar che giova? Al buio non si trova.
Ma per fortuna, è una notte di luna,
e qui la luna… l’abbiamo vicina.
Aspetti, signorina,
le dirò con due parole:
chi son? chi son!… e che faccio…
come vivo?… Vuole?
Chi son? Sono un poeta.
Che cosa faccio? Scrivo.
E come vivo? Vivo.
In porvetà mia lieta,
scialo da gran signore…
rime ed inni d’amore.
Per sogni e per chimere…
e per castelli in aria!
L’anima ho milionaria.
Talor dal mio forziere…
ruban tutti i gioelli
due ladri: gli ochhi belli.
V’entrar com voi pur ora,
ed i miei sogni usati
e i bei sogni miei tosto si dileguar!
Ma il furto non m’accora,
poichè v’ha preso stanza… la speranza!
Or che mi conoscete, parlate voi deh! parlate…
Chi siete?
Vi piaccia dir?
——————-
¡Qué mano tan fría!
Déjeme que se la caliente.
¿Para qué buscar?
En la oscuridad no se encuentra nada.
Pero, por suerte ,es una noche de luna
y aquí la luna la tenemos cerca.
(Mimi intenta retirar la mano)
Espere, señorita,
le diré en dos palabras quién soy, quién soy y qué hago, cómo vivo. ¿Quiere?
(Rodolfo deja la mano de Mimì)
¿Quién soy? ¿Quién soy? Soy un poeta.
¿Qué hago? Escribo.
¿Y cómo vivo? Vivo.
En mi alegre pobreza
derrocho como un gran señor
rimas e himnos de amor.
Por sueños y por quimeras
y por castillos en el aire
el alma tengo millonaria.
A veces, de mi cofre
roban todas las joyas
dos ladrones: sus hermosos ojos .
Entraron ahora aquí con usted
y mis acostumbrados sueños,
¡y mis bellos sueños se disiparon!
Pero el robo no me aflige,
puesto que ha tomado su lugar
la esperanza.
Ahora que me conoce
hable usted, ande, hable,
¿le gustaría decir quién es?

 

Proserpina.



Il ratto di Proserpina de Gian Lorenzo Bernini (1598-1680). 
 
El rapto de Proserpina, la Perséfone griega, hija de Júpiter y Ceres (Zeus y Deméter), representa la llegada de la primavera. Venus, diosa del amor, desea encontrar pareja a Plutón y envía a Cupido para que lanze sus flechas. Mientras Proserpina baila con otras ninfas, Plutón se enamora de ella, surge del Etna y la secuestra para convertirla en su mujer y en la reina del infierno. Su madre la busca sin éxito y, puesto que es la diosa de la tierra y de la capacidad de germinar, va convirtiendo, a su paso, los lugares que pisa en desierto. Júpiter manda a Mercurio, mensajero de los dioses, a intermediar para su liberación, pero Plutón obliga a Proserpina a comer seis semillas de granada (la fruta de la  fidelidad) y la convence para pasar la mitad del tiempo con él y la otra mitad con su madre.