miércoles, 30 de abril de 2014

Rachmaninov: pura emoción.

 
 
 
Paisaje de Invierno (1909). Vasily Kandinsky.

Aunque siempre se ha considerado el tercer concierto para piano de Rachmaninov, no solo como una de las obras más difíciles de ejecutar, sino como su concierto más “importante” (popularizado después del estreno de "Shine", película en la que Geoffrey Rush nos mostraba el dramático viaje a la locura de David Helfgott), yo me quedo con este primer concierto, todo un torrente de lirismo, emociones, intensidad, inventiva melódica, ricas texturas coloreadas "a la rusa" y apasionamiento expresivo. "Los conciertos de Rachmaninov no se tocan; se viven", dijo Zimerman.

El estreno de este concierto supuso un autentico resurgimiento para el compositor ruso, que había caído en una grave depresión y crisis creativa de tres largos años tras el fracaso de su primera Sinfonía, a la que pudo contribuir la poca musicalidad de Glazunov, que la dirigió y de quien se dijo, quizás para disculpar su desgana, que se había presentado ebrio al estreno.

El primer movimiento del concierto es una de esas joyas que nadie debería quedarse sin apreciar y que recomiendo con tanta efusividad como debió componerlo el propio Rachmaninov. Y aconsejo dos versiones, una reciente (de 1997, con la impresionante pianista japonesa Noriko Ogawa y la Malmö Concert Hall dirigisa por Arwel Hughes) y la del gran Richter con la Warsaw Philharmonic Orchestra dirigida por Wislocki, de 1959.

Atención al efecto acampanado de la introducción (¿homenaje a Borodin o a Mussorgsky? ¿evocación del Dies Irae?); al trágico tema inicial a cargo de las cuerdas, tema de carácter ruso, mientras el piano acompaña en arpegios; a la primera y conmovedora aparición como solista del piano en un delicioso segundo tema de amplio aliento y pura emoción (también un tanto peliculero, no nos engañemos); a la coda, que nos precipita hacia un final espléndido.
 
 

miércoles, 16 de abril de 2014

No rechaces los sueños por ser sueños.

 
No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
«Yo soy el sol, los cielos, el amor».
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.

viernes, 4 de abril de 2014

Stravinsky. The Rake's Progress.

Qué merito tiene haber sido vilipendiado por conservadores (con La Consagración) y vanguardistas. Para mí, una obra maestra esta historia faustodonjuaniana, del libertino Tom Rakewell, en la que el libretista W.H. Auden, recomendado por Aldous Huxley, amigo de Stravinsky, introdujo la figura de Nick Shadow.

miércoles, 2 de abril de 2014

Policinela

Policinela con guitarra entre cortinas (Pablo Picasso)
 
Para espiar detrás del seto,
la luna, sus cuernos me brinda,
y he de contaros el secreto
de la Marquesa Rosalinda.
 
Ramón María del Valle Inclán.
 
Stravinsky. Pulcinela. Rattle/Berliner Philharmoniker