viernes, 30 de noviembre de 2012

Alrededor de tu piel, ato y desato la mía.


 
Este poema, uno de mis favoritos, pertenece a la última etapa de Miguel Hernández, en concreto al Cancionero y Romancero de Ausencias, escrito en un momento en el que el escritor se encontraba en la cárcel, esperando la muerte, y los republicanos habían perdido la guerra. El poeta se sobrepone a la muerte y la derrota por el amor que siente hacia su esposa y su hijo.


CANTAR
 

Es la casa un palomar
y la cama un jazminero.
Las puertas de par en par
y en el fondo el mundo entero.

El hijo, tu corazón
madre que se ha engrandecido.
Dentro de la habitación
todo lo que ha florecido.
El hijo te hace un jardín,
y tú has hecho al hijo, esposa,
la habitación del jazmín,
el palomar de la rosa.

Alrededor de tu piel
ato y desato la mía.
Un mediodía de miel
rezumas: un mediodía

¿Quién en esta casa entró
y la apartó del desierto?
Para que me acuerde yo,
alguien que soy yo y ha muerto.

Viene la luz más redonda
a los almendros más blancos.
La vida, la luz se ahonda
entre muertos y barrancos.

Venturoso es el futuro,
como aquellos horizontes
de pórfido y mármol puro
donde respiran los montes.

Arde la casa encendida
de besos y sombra amante.
No puede pasar la vida
más honda y emocionante.

Desbordadamente sorda
la leche alumbra tus huesos.
Y la casa se desborda
con ella, el hijo y los besos.

Tú, tu vientre caudaloso,
el hijo y el palomar.
Esposa, sobre tu esposo
suenan los pasos del mar.

jueves, 22 de noviembre de 2012

El lobo estepario

Lectura de juventud: El lobo estepario, de Hermann Hesse.


 


Hermann Hesse narra las vicisitudes de Harry Haller, su aislamiento y soledad hasta que, en el momento de mayor crisis existencial, encuentra a su “ángel”,Armanda, quien lo invita a conocer el mundo y a intentar disfrutar de las cosas sencillas y hermosas que nos presenta la vida día a día.

Extractos:

 

"¿Y quién buscaba entre los escombros de la propia vida el sentido que se había llevado el viento, quién sufría lo aparentemente absurdo y vivía lo aparentemente loco y esperaba secretamente aún en el último caos errante la revelación y proximidad de Dios?"

 

(...)


"Soledad era independencia, yo me la había deseado y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en que se mueven las estrellas."

 

(...)

 

"Es algo hermoso esto de la autosatisfacción, la falta de preocupaciones, estos días llevaderos, a ras de tierra, en los que no se atreven a gritar ni el dolor ni el placer, donde todo no hace sino susurrar y andar de puntillas. Ahora bien, conmigo se da el caso, por desgracia, de que yo no soporto con facilidad precisamente esta semisatisfacción, que al poco tiempo me resulta intolerablemente odiosa y repugnante, y tengo que refugiarme desesperado en otras temperaturas, a ser posible por la senda de los placeres y también por necesidad por el camino de los dolores. Cuando he estado una temporada sin placer y sin dolor y he respirado la tibia e insípida soportabilidad de los llamados días buenos, entonces se llena mi alma infantil de un sentimiento tan doloroso y de miseria, que al dormecino dios de la semisatisfacción le tiraría a la cara satisfecha la mohosa lira de la gratitud, y más me gusta sentir dentro de mí arder un dolor verdadero y endemoniado que esta confortable temperatura de estufa. Entonces seinflama en mi interior un fiero afán de sensaciones, de impresiones fuertes, una rabia de esta vida degradada, superficial, esterilizada y sujeta a normas, un deseo frenético de hacer polvo alguna cosa, por ejemplo, unos grandes almacenes o una catedral, o a mí mismo, de cometer temerarias idioteces, de arrancar la peluca a un par de ídolos generalmente respetados, de equipar a un par de muchachos rebeldes con el soñado billete para Hamburgo, de seducir a una jovencita o retorcer el pescuezo a varios representantes del orden social burgués. Porque esto es lo que yo más odiaba, detestaba y maldecía principalmente en mi fuero interno: esta autosatisfacción, esta salud y comodidad, este cuidado optimismo del burgués, esta bien alimentada y próspera disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente.

 

En tal disposición de ánimo terminaba yo, al oscurecer, aquel día adocenado y llevadero. No lo terminaba de la manera normal y conveniente para un hombre algo enfermo, entregándome a la cama preparada y provista de una botella de agua caliente a modo de imán; sino que insatisfecho y asqueado por mi poquito de trabajo y descorazonado, me calcé los zapatos, me embutí en el abrigo, dirigiéndome a la calle rodeado de niebla y oscuridad, para beber en la hostería del Casco de Acero lo que los hombres que beben llaman "un vaso de vino", según un convencionalismo antiguo.

 

Así bajaba yo, pues, la escalera de mi sotabanco, estas penosas escaleras de la tierra extraña, estas escaleras burguesas, cepilladas y limpias, de una decentísima casa de alquiler para tres familias, junto a cuyo tejado tenía yo mi celda. No sé cómo es esto, pero yo, el lobo estepario sin hogar, el enemigo solitario del mundo de la pequeña burguesía, yo vivo siempre en verdaderas casas burguesas. Esto debe ser un viejo sentimentalismo por mi parte. No vivo en palacios ni en casas de proletarios, sino siempre exclusivamente en estos nidos de la pequeña burguesía, decentísimos, aburridísimos e impecablemente cuidados, donde huele a un poco de trementina y a un poco de jabón y donde uno se asusta, si alguna vez se da un golpazo al cerrar la puerta de la casa o si se entra con los zapatos sucios. Me gusta sin duda esta atmósfera desde los años de mi infancia, y mi secreta nostalgia hacia algo así como un hogar me lleva, sin esperanza, una y otra vez, por estos necios caminos.

 

Así es, y me gusta también el contraste en el que está mi vida, mi vida solitaria, ajetreada y sin afectos, completamente desordenada, con este ambiente familiar y burgués. Me complace respirar en la escalera este olor de quietud, orden, limpieza, decencia y domesticidad, que a pesar de mi odio a la burguesía tiene siempre algo emotivo para mí, y me complace luego atravesar la puerta de mi cuarto, donde todo esto termina, donde entre los montones de libros me encuentro las colillas de los cigarros y las botellas de vino, donde todo es desorden, abandono e incuria, y donde todo, libros, manuscritos, ideas, está sellado e impregnado por la miseria del solitario, por la problemática de la naturaleza humana, por el vehemente afán de dotar de un nuevo sentido a la vida del hombre que ha perdido el que tenía."

 

(…)

"Ah, dondequiera que mirara, dondequiera que enviase mis pensamientos, en parte alguna me aguardaba una alegría ni un atractivo, en parte alguna atisbaba una seducción; todo hedía a corrupción manida, a putrefacta medioconformidad; todo era viejo, marchito, pardo, macilento, agotado. Santo Dios, ¿cómo era posible? ¿Cómo había podido yo llegar a tal extremo, yo, el joven lleno de entusiasmo, el poeta, el amigo de las musas, el infatigable viajero, el ardoroso idealista?"

 

(…)

 

"Pero lo que no había aprendido era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo. Acaso ello proviniera de que en el fondo de su corazón sabía (o creía saber) en todo momento que no era realmente un ser humano, sino un lobo de la estepa."

 

(…)

 

"Ahora bien, a nuestro lobo estepario ocurría, como a todos los seres mixtos, que, en cuanto a su sentimiento, vivía naturalmente unas veces como lobo, otras como hombre; pero que cuando era lobo, el hombre en su interior estaba siempre en acecho, observando, enjuiciando y criticando, y en las épocas en que era hombre, hacía el lobo otro tanto."

 

(…)

 

"Esta noche, a partir de las cuatro, Teatro Mágico —sólo para locos—. La entrada cuesta la razón. No para cualquiera."


 

lunes, 19 de noviembre de 2012

Senecio. Paul Klee.


1922
Óleo sobre imprimación de yeso sobre gasa sobre cartón, 40,5 x 38,4 cm.
Basilea, Kunstmuseum.

Senecio, por distintos motivos, es mi cuadro predilecto de Paul Klee. Rozando la abstracción pero sin despreciar del todo lo figurativo, es destacable la habilidad en el uso de las líneas y figuras geométricas. El título hace referencia a una flor venenosa y también al filósofo Lucio Anneo Séneca. Se ha querido ver en este óleo una reinterpretación del Arlequín, puesto que el mundo del teatro y la ambigüedad de la representación artístico fueron del gusto de Klee.

Pintor suizo, acuarelista y aguafuertista, Paul Klee está considerado como uno de los representantes más originales del arte moderno. Siguiendo un estilo artístico específico, creó una serie de obras famosas por parecer imágenes de ensueño fantástico, ingenio e imaginación. Ciudadano alemán, Klee vivió la mayor parte de su vida en Suiza. Nació en Münchenbuchsee, cerca de Berna, Suiza, el 18 de diciembre de 1879, pero en 1898 se trasladó a Munich donde estudió arte en una escuela privada y en la Academia de Bellas Artes de la ciudad. Sus primeros trabajos fueron estudios para paisajes realizados a lápiz que muestran la influencia del impresionismo. Hasta 1912, realizó incluso aguafuertes en blanco y negro, las insinuaciones de fantasía y sátira de estos trabajos muestran la influencia del expresionismo del siglo XX, así como de los maestros grabadores Francisco de Goya, y William Blake. Entre los años 1920 y 1931 Klee fue profesor en la Bauhaus, la escuela alemana de arte más vanguardista. Un viaje que realizó a África en 1914 le hizo descubrir definitivamente el color y marcó el comienzo de su estilo maduro, en el que llegó a declararse poseído por el color. Durante los siguientes 20 años, sus pinturas y acuarelas mostraron el dominio de unas armonías cromáticas delicadas y de ensueño, que generalmente usó para crear composiciones sencillas y semiabstractas o incluso efectos que las asemejan a mosaicos, como en Pastoral (1927, Museo de Arte Moderno de Nueva York). Klee fue también un maestro del dibujo y muchos de ellos son complicadas líneas con un contenido que deriva de una imaginería fantástica o ensoñada, describió la técnica de estos dibujos como sacar a pasear una línea. En Máquina temblorosa (1922, Museo de Arte Moderno de Nueva York), por ejemplo, con sus elementos fluidos, metálicos, como pájaros, creó una composición de formas lineales y circulares interconectadas, con un efecto evocador mucho más importante que lo que la propia obra significa. A partir de 1935, afectado por una enfermedad progresiva, la esclerodermia, Klee adoptó un estilo claro, sencillo, caracterizado por líneas gruesas como de carboncillo y grandes áreas de colores matizados. Sus temas artísticos durante este periodo adoptaron un tono pesimista y dramático, como en La Muerte y el Fuego (1940, Kunstmuseum, Berna, Suiza). Klee murió en Muralto, Locarno, Suiza, el 29 de junio de 1940. Su obra influyó en los surrealistas posteriores, así como en los artistas no objetivos, y fue una fuente de inspiración fundamental para el nacimiento del expresionismo abstracto.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Yo tenía una granja en África...


“Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong. El ecuador atravesaba aquellas tierras a un centenar de millas al norte, y la granja se asentaba a una altura de unos seis mil pies. Durante el día te sentías a una gran altitud, cerca del sol, las primeras horas de la mañana y las tardes eran límpidas y sosegadas y las noches frías”.*

 

 “Todo lo que se veía estaba hecho para la grandeza y la libertad, y poseía una inigualable nobleza”.*

La principal característica del paisaje y de tu vida en él, era el aire. Al recordar una estancia en las tierras altas africanas te impresiona el sentimiento de haber vivido durante un tiempo en el aire. Lo habitual era que el cielo tuviera un color azul pálido o violeta, con una profusión de nubes poderosas, ingrávidas, siempre cambiantes, encumbradas y flotantes, pero también tenía un vigor azulado, y a corta distancia coloreaba con un azul intenso y fresco las cadenas de colinas y los bosques. A mediodía el aire estaba vivo sobre la tierra, como una llama; centelleaba, se ondulaba y brillaba como agua fluyendo, reflejaba y duplicaba todos los objetos, creando una gran Fata Morgana. Allí arriba respirabas a gusto y absorbías seguridad vital y ligereza de corazón. En las tierras altas te despertabas por la mañana y pensabas: Estoy donde debo estar”.*

Dicen que África enamora y que quien va tendrá siempre la necesidad de regresar alguna vez. Es cierto. Amboselli, con sus manadas de elefantes y jirafas y con el Kilimanjaro de telón de fondo; el lago Nakuru, rosado por los millones de flamencos posados sobre sus aguas; las grandes praderas y la vida salvaje de Masai Mara; la luz, el color, el olor…todo se echa de menos. Hakuna matata. Algún día volveremos.


Fotografía: Atardecer en Masai Mara. Alberto Royo. 2009.

* Karen Blixen

viernes, 2 de noviembre de 2012

La verdad está en Bach.

¿Dónde está la verdad? ¿En el empleo del clave o en la adaptación para el piano? ¿En la edición crítica o en la visión personal? ¿En Pierre Hantai o o en Glenn Gould? Sin ninguna duda, la verdad está en Bach.